Escribí la que es mi novena composición escénica Il giardino della vita en los últimos meses de 2016 como encargo del festival 900 Presente de Lugano y del Conservatorio della Svizzera Italiana. La obra, dedicada a mi querido Arturo Tamayo, se acaba de estrenar en el Palazzo dei Congressi de Lugano, con él como director musical, el Ensemble 900, la puesta en escena de Alberto Jona con su trabajo de teatro de sombras (Controluce) y varios espléndidos actores y cantantes. El libreto es un texto enormemente poético de Gilberto Isella, poeta del Tesino suizo.

La composición de esta pieza, de unos 45 minutos, presenta varias novedades en mi trabajo: la más destacada es la participación de un coro de niños. Escribir para esta formación es muy complejo y a la vez especial pues te obliga a compaginar una cierta sencillez y claridad en la escritura musical con la necesidad de buscar ciertas formas sonoras que sean ricas e interesantes en el contexto de la dramaturgia de esta obra. Por otro lado, la superposición de la voz recitada con la música sitúa esta obra en un terreno muy particular, cercano al melólogo o al melodrama. La convivencia del teatro de sombras con la voz cantada, la hablada, con el sonido instrumental y además con la participación del espacio en el proyecto ofrece, finalmente, una experiencia perceptiva que sirve de articulación para un cuento o relato poético y filosófico que puede ser leído / oído en varios niveles. 

(José M. Sánchez-Verdú)